La violencia de género – una forma de violencia sustentada en normas y estereotipos de género, y desigualdades de poder – es una violación masiva de derechos humanos a lo largo del mundo, la cual genera alto riesgos para la sociedad en su conjunto. Las estadísticas de la violencia contra la mujer son preocupantes: a nivel global, alrededor de una de cada tres mujeres ha sido víctima de violencia sexual y/o física en su vida y, en promedio, 137 mujeres y niñas son asesinadas cada día por un familiar o un compañero íntimo. Además de la pérdida trágica de la vida de las mujeres y las consecuencias adversas en su salud, la violencia contra las mujeres también genera costos para la sociedad, dado que disminuye la productividad y el capital social. Al calcularla como proporción del producto interno bruto global, la violencia ejercida por compañeros íntimos es aproximadamente 27 veces mayor que los costos combinados del terrorismo, las guerras civiles y los conflictos internacionales. En muchos países, las diversas formas de violencia a gran escala como el crimen organizado y la militarización de la seguridad pública han exacerbado la violencia letal y no letal contra las mujeres, lo que incluye la violencia sexual y la violencia ejercida por compañeros íntimos. Las respuestas de los ciudadanos a la violencia en general y la violencia basada en género en particular usualmente no favorecen a las víctimas y sobrevivientes. Datos recientes del E-VAW Lab (por sus siglas en inglés) indican que los ciudadanos culpan, en niveles similares, tanto a las mujeres como a los hombres que han sufrido violencia sexual.

En sociedades donde los acuerdos de paz han puesto fin a conflictos, la violencia letal y no letal persiste a pesar de la innovación institucional a favor de la inclusión política de actores previamente excluidos. En particular, las normas de género aún influencian las amenazas contra el liderazgo político y la movilización social. Investigación en desarrollo evidencia que los roles de género y estereotipos aumentan los riesgos para las mujeres que se movilizan por la igualdad y la justicia. Además, estudios previos y en desarrollo sugieren que los ciudadanos expresan mayor desconsideración frente a la violencia contra las mujeres que asumen liderazgo en contextos de post-acuerdo en comparación con hombres que se involucran en actividades similares.

Académicas, estudiantes y profesionales especializadas de distintas formaciones y afiliaciones institucionales son parte del laboratorio para trabajar en conjunto en torno al propósito común de contribuir a la erradicación de la discriminación basada en género en los países del Sur Global.