Working Papers

The Andean Indigenist Program, 1951–1975: Integration, Development, State Formation, and Women

Author
Mercedes Prieto
Abstract

Abstract

This paper examines the Andean Indigenist Program (AIP) sponsored by the International Labour Organization (ILO), other United Nations agencies, and the Andean states as a response to their need to administer rural Andean populations. The paper argues that development, as a globalized mode of administration of indigenous peoples, overlaps both the old national concerns about political integration of such peoples and the protection of indigenous workers advocated by the ILO. In this sense, development is a discourse with multiple layers; it is not merely a novel cultural artifact produced in the framework of the Cold War but a product of long global and national debates over the governance of indigenous peoples. At the same time, this convergence of integration, social protection, and development sparked concerns about indigenous women that guided actions to confine them as mothers in the home while also educating them and offering them a public role as subjects empowered to receive and reproduce locally the policies of the program and the national state—a process that was resisted and challenged by women themselves. The AIP is not only a product of global discourses but embodies interventions through discursive imagery and bureaucratic mechanisms installed in state apparatuses to foster social protection in rural areas. Its effectiveness as a mechanism for the administration of populations comes from an encounter between the economy and processes of self-subjection to the state through what came to be called “community development.”

Resumen

Este trabajo examina el Programa Indigenista Andino (PIA) auspiciado por la Organización Internacional del Trabajo (OIT), otras agencias de las Naciones Unidas y los estados andinos como una respuesta a la necesidad de administrar las poblaciones rurales e indígenas andinas. Argumenta que el desarrollo, como un modo globalizado de administración de la población indígena, se yuxtapone tanto sobre la vieja preocupación de la integración política de esta población como con la idea de protección de los trabajadores indígenas propugnada por la OIT. En este sentido, el desarrollo es un discurso de múltiples capas; no es solo un nuevo discurso cultural producido en el marco de la Guerra Fría, sino que aparece como un producto de largos debates globales y nacionales sobre la gobernanza de las agrupaciones indígenas. Al mismo tiempo, esta convergencia de integración, protección social y desarrollo propició, una problematización de las mujeres indígenas que informó acciones dirigidas a su maternalización y confinamiento en el hogar, pero también a su escolarización y participación comunitaria para constituirlas en sujetos aptos de recibir y expandir localmente los deseos del programa y el estado, proceso resistido y disputado por las mujeres. El PIA no fue sólo una retórica global, sino que encarnó intervenciones locales a través de imaginarios discursivos y mecanismos burocráticos implantados en los aparatos estatales en la búsqueda de formas de protección de la población indígena de áreas rurales. Su eficacia como mecanismo de administración de las poblaciones se sustenta en el encuentro entre el objetivo de crecimiento económico y el proceso de auto-sujeción al estado a través de lo que se llamó “desarrollo de la comunidad.”