Political Catholicism in Revolutionary Mexico, 1900–1926
Abstract
This paper argues that the Mexican revolution played a formative role in the construction of modern Mexican Catholicism, while Catholic politics fundamentally shaped the outcome of the 1910 revolution. The argument analyzes several distinct but related moments and their constitutive movements. Catholic social and political movements sought to 1) restore religion to secular society, 2) govern, 3) protest revolutionary fiat, 4) confront anticlericalism, 5) mobilize emerging civil society in an era of mass politics through organized labor, and 6) ultimately channel this legacy of religious-based identity through defense leagues that opted for armed conflict over political negotiation. Catholic lay associations included the Guadalupan Workers, a vanguard movement of provincial intellectuals that operated between 1909 and 1914; the National Catholic Party, which competed electorally and governed in western Mexico between 1911 and 1914; sustained parish-based movements of protest, boycott, and civil disobedience in the western Mexican state of Jalisco between 1917 and 1919; a Catholic labor confederation, which organized urban and rural working people in competition with pro-government unions between 1920 and 1925; the Popular Union, a decentralized religious defense league that operated between 1924 and 1927; and the National League in Defense of Religious Liberty, which attempted to provide leadership for Catholic armed rebellion as of 1925 and beyond. The main conclusions concern the political grounding of religiosity, the weight of state-Church conflict, and the broader historical process of secularization as a main organizing concept for interpreting the Mexican revolution. In the end, I demonstrate how Catholic militants were central to the construction of a modern state in Mexico, a state that, ironically, would be defined by their exclusion as a political group.
Resumen
Este trabajo sostiene que la revolución mexicana tuvo un lugar central en la construcción del catolicismo mexicano moderno, a la vez que la política confesional determinó el desenlace de la revolución de 1910. El argumento analiza una serie de momentos, cada uno caracterizado por un movimiento social distinto pero ligado a través de una memoria colectiva de lucha religiosa. Los movimientos católicos de índole social y político buscaron 1) restaurar la religión a la sociedad secular; 2) gobernar; 3) desafiar la autoridad de los revolucionarios; 4) hacer frente al anticlericalismo; 5) movilizar la sociedad civil emergente a través de la sindicalización en una época de política de masas; y 6) canalizar la identidad religiosa a través de ligas de defensa que optaron por el conflicto armado por encima de la negociación política. Entre las asociaciones laicas incluidas en este trabajo, se encuentran los Operarios Guadalupanos, una vanguardia compuesta por intelectuales de provincia que trabajaron entre 1909 y 1914; el Partido Católico Nacional, que compitió en elecciones y gobernó en el centro occidente de México entre 1911 y 1914; movimientos parroquiales de protesta, boicot y desobediencia civil entre 1917 y 1919; una confederación de sindicatos confesionales que organizó a trabajadores rurales y urbanos entre 1920 y 1925; la Unión Popular, una liga descentralizada de defensa religiosa que dio cobijo a los militantes católicos entre 1924 y 1927; y la Liga Nacional Defensora de la Libertad Religiosa, organización que pretendió dirigir una eventual rebelión católica a partir de 1925. Las conclusiones tratan el fondo político de la identidad religiosa, el peso y forma del conflicto entre iglesia y Estado, y el proceso histórico de la secularización, visto como un concepto organizador central para la interpretación de la revolución mexicana. Al final, demuestro cómo fueron protagonistas los militantes católicos en la construcción de un Estado moderno en México, Estado que los excluiría, en tanto grupo, del proceso político construido por la revolución.