Working Papers

Myths of the Enemy: Castro, Cuba and herbert L. Matthews of The New York Times

Author
Anthony DePalma
Abstract

Abstract

Fidel Castro was given up for dead, and his would-be revolution written off, in the months after his disastrous invasion of the Cuban coast in late 1956. Then a New York Times editorial writer named Herbert L. Matthews published one of the great scoops of the 20th century, reporting that not only was Castro alive, but that he was backed by a large and powerful army that was waging a successful guerrilla war against dictator Fulgencio Batista. Matthews, clearly taken by the young rebel’s charms, and sympathetic to his cause, presented a skewed picture. He called Castro a defender of the Cuban constitution, a lover of democracy, and a friend of the American people: the truth as he saw it.

The image created by Matthews stuck, helping Castro consolidate his power and gain international recognition. US attitudes toward the conflict in Cuba changed, dooming Batista. But after the triumph of the revolution, US views again abruptly shifted and Matthews was blamed for having helped bring Castro to power. The perception that Washington had been hoodwinked by Matthews and State Department officials sympathetic to Castro led to the development of the hard line which still guides US–

Cuban relations.

Resumen

En los meses posteriores a su desastrosa invasión de la costa cubana en 1956, Fidel Castro fue dado por muerto y su revolución en ciernes, descartada. Entonces, un escritor de editoriales del New York Times llamado Herbet L. Matthews publicó una de las grandes notas exclusivas del siglo XX, indicando que Castro no solamente estaba vivo sino que también respaldado por un ejército grande y poderoso que llevaba adelante una exitosa guerra de guerrillas contra el dictador Fulgencio Batista. Matthews, claramente cautivado por los encantos del joven rebelde y bien predispuesto hacia su causa, presentó una imagen sesgada. Llamó a Castro defensor de la constitución cubana, amante de la democracia y amigo del pueblo norteamericano: la verdad tal como la veía.

La imagen creada por Matthews quedó establecida y ayudó a Castro a consolidar su poder y ganar reconocimiento internacional. Las actitudes de los Estados Unidos contra el conflicto en Cuba cambiaron, sellando la suerte de Batista. Pero luego del triunfo de la revolución, los puntos de vista estadounidenses abruptamente volvieron a cambiar y Matthews fue acusado de haber ayudado a llevar a Castro al poder. La percepción de que Washington había sido cegada por Matthews y los funcionarios del Departamento de Estado proclives a Castro llevó al desarrollo de la línea dura que todavía rige las relaciones entre los Estados Unidos y Cuba.