Families, Welfare Institutions and Economic Development: Chile and Sweden an Comparative Perspective
Abstract
Since the 1960s, the sociology of development has drawn its explanations for the inadequate development of Latin American countries from culturalist paradigms, such as modernization theory, or macro-structural ones, like the dependency perspective. Setting such perspectives aside, this paper seeks to reinvigorate a sociological focus on development by arguing that it requires “social fundamentals”—and not only the economic and political ones that have taken center stage in recent discussions of this topic. Such social fundamentals have to do primarily with the synergies that are generated between properly designed welfare institutions and the characteristics of a nation’s families.
The paper illustrates the importance of family structure (in particular their numbers of children) by showing that it is endogenous population growth, not low economic expansion, that has generated less than adequate growth of per capita income in leading Latin American countries during the twentieth century. This demographic difference with leading European economies produces a different kind of development despite its success in generating economic expansion and high returns to investors. It is the sort of development that concentrates on the production of primary goods and simple manufacturing, with low productivity and very little effort in research and development, because the labor market contains a great abundance of very lowly qualified workers. Such workers stem from the large new generational cohorts that are reproduced decade after decade by the equally large proportion of all national households that are formed by very poor and ill-educated families.
By comparing Chile and Sweden, the paper seeks to understand the origins of this different, and ultimately less successful, developmental trajectory. Both of these countries were similar socially, politically, and economically at the beginning of the twentieth century. The key difference between their subsequent development trajectories is that properly designed welfare institutions, in particular a universal old-age pension system, were set in place in Sweden early on. Such institutions had a transformative impact on poor families, reducing their fertility levels, and allowing them to invest in the education of their children. This did not occur in Chile. In sum, old-age pensions and other welfare institutions are not a “luxury” that only rich countries can afford to adopt, but are key contributing elements to creating the most successful form of development in our time.
Resumen
Desde los años sesenta, la sociología del desarrollo ha recurrido ya sea a paradigmas culturalistas o macro estructurales para explicar los niveles deficientes del desarrollo latinoamericano. Dejando estas perspectivas —las de la “modernización” o de la “dependencia”— de lado, este ensayo busca darle un nuevo impulso al enfoque sociológico sobre el desarrollo. Argumenta que este requiere de ciertos “fundamentos sociales”, y no sólo de los económicos y políticos que han concentrado la atención en las discusiones recientes sobre el tema. Los fundamentos sociales se relacionan principalmente a las sinergias que se generan entre instituciones de bienestar que han sido diseñadas adecuadamente y las características de las familias en una sociedad nacional.
El texto ilustra la importancia de la estructura familiar (en especial su número de hijos) al mostrar de que es el crecimiento vegetativo de la población, y no la expansión económica, la que ha generado un crecimiento per cápita inadecuado durante el siglo XX en los países más adelantados de América Latina. Esta diferencia demográfica con sus congéneres Europeos produce un tipo distinto de desarrollo a pesar de su éxito en generar una expansión económica y retornos altos para los inversionistas. Es el tipo de desarrollo que se concentra en producir bienes primarios y manufacturas simples, con baja productividad y muy poco esfuerzo en investigación y diseño, ya que el mercado de trabajo está dominado por una gran abundancia de trabajadores de muy poca calificación. Tales personas surgen de las nuevas y abundantes cohortes generacionales que generan década tras década las familias pobres y escasamente educadas que constituyen una amplia proporción del total de los hogares.
Haciendo una comparación entre Suecia y Chile, el paper trata de dilucidar los orígenes de este tipo de desarrollo menos exitoso. Ambos países eran social, política, y económicamente muy similares a comienzos del siglo XX. La diferencia principal entre sus desarrollos posteriores surgió del hecho que Suecia creó tempranamente instituciones de bienestar bien diseñadas, en especial un sistema de pensiones universales de vejez. Dichas instituciones tuvieron un efecto transformador sobre su sociedad nacional, en particular sobre sus familias pobres, ya que redujo sus niveles de fertilidad y les permitió invertir en la educación de sus hijos. Ello no ocurrió en Chile. En suma, el ensayo concluye que los sistemas de pensión y otras instituciones de bienestar no son un “lujo” que solamente los países ricos pueden solventar, sino que son elementos claves para forjar la modalidad más exitosa de desarrollo nacional en nuestra época. Esa modalidad pudo adoptarse también a comienzos del siglo veinte en los países latinoamericanos, pero hubo fallas de diseño en las instituciones que se crearon y falta de voluntad política para hacerlas de mejor manera.