"Labor and the Return of Democracy to Spain"
Abstract
During the late years of the Franco regime, the Spanish labor movement demonstrated an impressive ability to maintain a high level of industrial conflict despite considerable repression. The labor movement hoped for a transition through a ruptura imposed by popular mobilization: instead, the transition period led to the Moncloa pacts; a decline in union membership and a series of failed strikes; an eclipse of union in favor of political party leadership; and a change in union policy from mobilization to restraint. One explanation advanced for this turn of events is that the labor movement was demobilized from above. This paper concedes that the close ties between unions and political parties contributed to greater union restraint, but argues that parties did not play much of a role in limiting labor demands. On the basis of a survey of plant-level labor leaders conducted in 1981, the author rejects the "demobilization-from-above" thesis. He claims that the most significant pressures for restraint came from below given the plant-level leaders' concern for the consolidation of democracy and their acceptance of the legitimacy of the new state, and the unwillingness of most workers to undertake aggressive mobilizations in the context of a growing economic crisis, plant closings and a rapid increase in unemployment. Labor's general organizational weakness is also not a product of a deliberate policy of demobilization. Rather, it is a legacy of the Franco regime-labor entered the democratic transition with a recent history of mobilization but little experience in building stable, strong, and autonomous organizations.
In 1987 there has been a resurgence of labor conflict and worker militancy, which also runs counter to the demobilization-from-above thesis. The author contends that plant-level leaders have retained throughout their capacity for judgments autonomous from both the national confederations and the political parties. Democracy is now perceived to be safely consolidated. The economy has stabilized with a resumption of significant growth. Thus, there is a readiness among rank and file workers and plant-level leaders to reject restraint. The Spanish labor movement remains organizationally weak and the level of formal union membership is still comparatively low, but this does not preclude large-scale worker mobilization.
Resumen
Durante los últimos años del régimen de Franco, el movimiento laboral español demostró una capacidad notable para sostener un alto nivel de conflicto industrial a pesar de una considerable represión. El movimiento laboral hubiera deseado una transición mediante ruptura impuesta por movilización popular: pero el período de transición condujo a los pactos de Moncloa; al descenso en la afiliación sindical y a una serie de huelgas infructuosas; al eclipse de dirigentes sindicales por los políticos; y a un cambio en la política sindical, de la movilización a la limitación de las reivindicaciones. Se dice que el movimiento laboral fue desmovilizado desde arriba. Sin embargo, aunque los lazos estrechos entre sindicatos y partidos políticos contribuyeron a limitar las demandas sindicales, los partidos no jugaron un papel directo en dicha restricción. Basando su análisis en una encuesta de líderes laborales a nivel de fábrica realizada en 1981, el autor rechaza la tesis de la "desmovilización-desde-arriba". Afirma que las presiones más significativas para la restricción vinieron de abajo, del interés de los líderes a nivel de fábrica por la consolidación de la democracia y su aceptación de la legitimidad del nuevo orden político, y de la renuencia de la mayoría de los trabajadores en movilizarse en torno a nuevas demandas en el contexto de una crisis económica con cierre de fábricas y un rápido aumento del desempleo. La debilidad organizacional de la clase obrera tampoco se debe a una desmovilización impuesta desde arriba, sino al legado del régimen de Franco. A pesar de sus altos niveles de movilización en los años anteriores a la transición, los obreros españoles no tuvieron la posibilidad de construir organizaciones estables, fuertes y autónomas.
En 1987 han resurgido los conflictos laborales y la militancia de los trabajadores, lo cual también contradice la tesis de la desmovilización-desde-arriba. Los líderes a nivel de fábrica han retenido su autonomía de las confederaciones nacionales y de los partidos políticos. La democracia se percibe ahora como algo consolidado. La economía se ha estabilizado con la reanudación de un crecimiento significativo. Por lo tanto, los trabajadores no quieren seguir limitando sus demandas en este nuevo contexto. El movimiento laboral continúa siendo débil organizacionalmente y el nivel de la afiliación sindical formal sigue siendo comparativamente bajo, pero esto no imposibilita niveles altos de movilización.